Cudeca, recuerdo que a lo largo de este
año he escuchado muchas veces ese nombre, recuerdo que pensaba "algún día
tengo que visitarlos" y es que durante este año son muchos los sitios que
no he visitado, que me he perdido por problemas familiares, aunque no se me ha
olvidado ninguna de ellas y las he reservado en mi memoria por el simple hecho
que me ha gustado siempre visitar y saber de las asociaciones y fundaciones que
nos han permitido colaborar, por eso de quedarme con las sensaciones que me
puedan trasmitir.
La semana pasada
se me brindó la ocasión, ahí estaba mi regalo como agente dinamizadora, uno más
de tantos que he tenido desde que empecé hace casi tres años en esto. Iba a
entregarles el dinero recaudado de la lotería que vendimos a Cudeca. Reconozco
que iba algo nerviosa, no sabía qué me iba a encontrar y si iba a poder
soportarlo por mi alto grado de empatía. Y es que Cudeca se dedica a dar
cuidados paliativos a enfermos terminales de cáncer y eso es duro, muy duro.
Cuando llegamos,
la chica de recepción con gran amabilidad nos dijo que nos sentasemos y
esperásemos. Allí estábamos mi compañero y amigo Rubén González García y yo,
curiosos, esperando a ver quién nos iba a recibir, cuando me dí cuenta que
encima de la mesa había un gran libro que curiosa abrí y empecé a hojear. Me
quedé perpleja, eran dedicatorias, agradecimientos de familiares de enfermos
que habían estado allí, palabras y más palabras, todas escritas con el corazón.
Era un libro de sentimientos. El gran libro de sentimientos. Tenía el tesoro de
Cudeca en mis manos. Ahí fué cuando me dí cuenta de la gran importancia de
ellos, el gran valor. Y es que pueden tener todos los medicamentos, todas las
comodidades, todos los avances que se puedan aportar, pero lo que
ese libro expresaba y trasmitía, era comprensión, apoyo, empatía, compromiso,
dedicación, cariño, generosidad… todo lo que un enfermo, sobre todo en sus últimos días, puede necesitar y ese libro venía a contarme que
sí, que lo que estaban dispuestos a dar, era recibido. Los familiares querían
devolver ese trato en letras; letras escritas con muchísimo cariño, tanto, que
se notaba en alguna ocasión que les faltaban palabras para poder agradecer el
trato que dieron a su familiar mientras duró su estancia allí.
Así que no me queda otra que desde aquí
agradecer a todo ese personal sanitario que ví por los pasillos, al personal
administrativo que andaba trabajando y al personal de dirección que tan
amablemente nos atendieron y enseñaron todo aquello, que hacen su labor a la
perfección y lo más importante, que en esos momentos que no son agradables para
nadie, son generosos de corazón. Comprenden perfectamente lo que significa la
palabra AMOR.
Mil gracias
Cudeca y aqui me tenéis para lo que necesitéis. Volveremos a vernos…
Ely Ramírez Velasco.
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