Aquellos que dicen que algo no puede hacerse suelen ser interrumpidos por otros que lo están haciendo... Joel A. Barker
Este blog es el órgano de difusión de las actividades desarrolladas por los agentes dinamizadores, así como de la visión que estos pudieran tener de la experiencia que supone serlo. En este último sentido, cualquier opinión expresada se hace a título exclusivamente personal y, por lo tanto, tan solo representa a quien la expresa.

martes, 18 de diciembre de 2012

Las 12 Horas de Solidaridad.





El 3 de noviembre es el día de nuestro Patrón, Fray Escoba – no podía ser de otra forma – y todos los años se ha celebrado un pequeño acto para conmemorar este día y también poder otorgar menciones y distinciones a diversos compañeros por razones diversas. Sin embargo, este año, los Agentes Dinamizadores de Limasa, desde enero, estábamos siempre intentando, en cada reunión que teníamos, aportar alguna nueva idea o proyecto para realizarla este día. Siempre llegábamos a la conclusión que debíamos realizar algún acto que pudiera transmitir un impacto social y de solidaridad. Así fue cómo, poco a poco, se fue macerando la idea hasta culminarla en “12 Horas de Solidaridad”. Consistente en intentar recaudar el máximo alimento posible no perecedero para donarlo a Bancosol y unirnos así a la Gran Recogida que estaban preparando en un gran acto; alguien comentó, como los telemaratones de la tele. Todos los Agentes Dinamizadores estuvimos de acuerdo en llevar a cabo esta gran jornada. Y nos pusimos manos a la obra.

La Caja Blanca, lugar del evento.
Lo primero que debíamos de decidir es cómo podíamos congregar a las máximas personas posibles y la idea surgió casi sola. Podíamos ponernos en contacto con asociaciones y grupos de baile y proponerles nuestra intención para ese día. La respuesta no pudo ser más satisfactoria ni forzando la situación. Todos los grupos y asociaciones quisieron unirse a nuestra propuesta sin ningún pero ni objeción. Así que con la satisfacción de saber que podíamos tener las doce horas cubiertas en actuaciones, nos dedicamos a encontrar el espacio oportuno para tal evento. Después de escrutar varios escenarios, nos decantamos por “La Caja Blanca”. El lugar proponía buenas sensaciones y sus instalaciones eran del todo adecuadas para hacer cómoda nuestra aventura y que todos los participantes tuvieran una actuación placentera y  emotiva. En definitiva, que sólo se preocuparan de su actuación y no tuvieran en mente nada ajeno a su labor. El aforo no lo advertimos pequeño, sin embargo hubo un par de momentos que hubieran faltado butacas. Consideramos que el espacio exterior de “La Caja Blanca”, debía de ser aprovechado también, así que nos pusimos en contacto con varias asociaciones para que participara con nosotros. De nuevo la gran satisfacción de saber que las asociaciones contactadas no tuvieron ningún impedimento en colaborar. 


Pepe y Crespo en el Stand de los Agentes Dinamizadores.
En total pasaron por el escenario más de setecientos participantes, fragmentados en más de cincuenta actuaciones y más de veinte asociaciones. Con estos datos, sólo nos retrasamos veinticinco minutos. Quiere decir que, después de doce horas, sólo tuvimos el error de esos minutos. El público asistente fue algo más de tres mil personas, donde reinó la sonrisa, el agrado y la educación. Ni un solo instante de tensión. En la parte exterior participó un taller de reciclaje y huerto ecológico de los Agentes Dinamizadores de Limasa. Estuvieron en todo momento acompañados en otras carpas por la Asociación ASPAIDE, Asociación CUDECA que obsequió a sus visitantes con su símbolo, un pequeño Girasol; MADRE CORAJE y su rincón del Yoga, Fundación Ronald McDonald y con una pequeña mención especial a nuestros amigos ARTEA - T, que estuvieron las 12 horas con juegos para los niños, con  pintacaras y globoflexia. También tuvimos la excelente colaboración de PROTECCIÓN CIVIL.

El Alcalde de Málaga, D. Francisco de la Torre, acompañado por Dña. Ana Navarro, Concejala de Medio Ambiente, nos concedió una visita, la cual pudimos aprovechar para que fueran los encargados de entregar nuestras menciones a Silverio Soto por su gran trabajo como artista del flamenco y Francisco Muñoz Soler por su maestría poética, compañeros nuestros que dimos a bien que recibieran nuestra Mención por su labor fuera de nuestra empresa y así poder dar a conocer un poco más las inquietudes que los trabajadores de Limasa poseemos fuera de nuesta vida laboral. También nos visitó, cómo no, D. Rafael Arjona, D. Luis Martín y D. Javier Carralero, que siempre están dispuestos a apoyarnos en cada una de las aventuras que nos embarcamos.



Todas las asociaciones, grupos de baile y empresas participantes, lo hicieron con el total y absoluto carácter altruista. Sólo podemos agradecerles su inmensa confianza y la gran aportación que nos dedicaron en este día. Todos los participantes podéis comprobarlos en el cartel anunciador. Muchísimas gracias a todos.

Los Agentes Dinamizadores de Limasa que participamos en este evento, nos sentimos orgullosos por nuestra labor, así como por todos los participantes como por el público, que se entregó a la causa. Sólo queda decir cuántos kilos fueron recaudados… ¡¡6.000 Kilos!! Esta es la cifra, donde el mérito es de todos los participantes y asistentes. Fue una jornada con un enorme éxito que se lo tienen y deben de repartir entre todos los que estuvieron trabajando de un modo u otro en las “12 Horas de Solidaridad”.

A continuación, os presentamos un artículo de Rubén González y su peculiar punto de vista de este día.

Ana, Ara, Javi y Cristóbal.

Parte de las 6 toneladas de alimentos.

Víctor, Carmen Y Pepe Suvires.

Nuestra mascota... DYNAMIC.









De cómo un Gran Agujero se puede convertir en una Cajita de Cerillas.




 Y al entrar vi el cajón. La primera percepción que tuve era la profundidad que tenía. Me pareció un profundo hueco, un enorme espacio que no sabía si podía ser rellenado en esas doce horas; no tenía la seguridad de poder entregar esa inmensa caja repleta de comida. Mi percepción sobre la misma me asustaba. Pensaba en todas las horas y tiempo que empleamos para que al final del día esa gran caja la pudiéramos entregar llena. En ese momento me acordé de la conversación que mantuvimos con Fernando Alcaraz, Gerente de Madre Coraje, sobre la empatía necesaria para realizar estos trabajos, aunque no me gusta equiparar la tarea que realizamos este día con la palabra “trabajo”. Ésta parece que requiere un esfuerzo, sacrificio y una recompensa pragmática y material. Y en este caso no es así. Prefiero llamar a esta tarea, labor. Una labor donde la empatía es un componente básico, puesto que, los alimentos que íbamos a conseguir recaudar no tenían ni nombres ni apellidos. No sabíamos a quién iba a ir destinada esa cantidad de alimentos. De eso se trataba, de hacer esta labor para un fin desconocido. Es así cómo puedes realizar tu cometido de una forma más ilusionante.

Sin embargo me di cuenta de una cuestión. Nosotros podíamos considerarnos como meros recaudadores de estos paquetes, puesto que sólo ofrecíamos los medios necesarios para que ese gran boquete pudiera ser tapado a base de kilos de alimentos; pero no podíamos comportarnos con los merecedores de esta acción. No. Los grandes merecedores eran las personas que, estando en sus casas, abrían su despensa o se entretenían en ir a comprar ese kilo y depositarlo en el inmenso agujero. Sí tiene su valor. Ellos tampoco podían tener ni el más pequeño conocimiento a qué familia iba destinado ese paquete que llevaban en la mano y lo entregaban en una urna. Admiro a esas personas.

Y empezó las “12 horas Solidarias”. La sensación que tenía era de estar empezando un gran día, de estar ante un acontecimiento que, al terminar, podíamos estar orgullosos. Esa era mi sensación y mi presión. Además de disfrutar del día, también quería tener esa responsabilidad. No tenía muchas oportunidades de poder salir y comprobar cuál era el estado del “Inmenso Boquete”, mas las veces que lo hacía, cada vez parecía más pequeño… y más pequeño. Hasta que a media tarde, se convirtió en una pequeña caja de cerillas y mis compañeros tuvieron que amontonar los alimentos al lado de la cajita. Esto me hacía tener más energía cada vez que pasaban las horas. No sentía el cansancio; el ver cómo se multiplicaba la cantidad de alimentos cada vez que podía salir, me hacía también multiplicar mis ganas y fuerzas.

Y terminó las “12 Horas Solidarias”. Me impresionó el sentimiento de empatía que tuvieron los asistentes a nuestro acto. Sabían de la situación que estamos viviendo y no dudaron en aportar lo que le pedimos. Aunque para nosotros, el gesto de entregar un kilo de alimento no pueda tener un especial valor, seguro que para la familia que lo recibe sí. Me impresionó mi cambio de percepción, de “Un Gran Agujero” a “Una cajita de cerillas”. Cómo podía haber tenido ni siquiera, la más mínima duda de que ese Gran Agujero se podía convertir en una insignificante cajita. Eso sí, ya en mi casa recapacité que la única solución al problema social que estamos viviendo, no es este. No es la caridad por la caridad. Eso es así. Pero comprendo que existen miles de familias que necesitan un ahora y un ya. Existen familias donde no pueden comprender otra forma de subsistir ahora y necesitan esos alimentos ya. Sin embargo, me sentí inmensamente bien, puesto que comprobé que no está todo perdido y que la sociedad puede cambiar. Que somos conscientes de nuestro hábitat y que somos capaces de mejorarlo.

Rubén González.